Yaguarete: El dato que enciende alarmas sobre la población de yaguaretés en la selva misionera
LA NACION
Sociedad
Matías Avramow


24 de junio de 2025
El informe publicado el 24 de junio registró una baja ligera; el crecimiento sostenido que experimentaba este felino se vio interrumpido en los últimos dos años.
El yaguareté fue declarado Monumento Naciona(Mauro V. Rizzi )
Son pocos los yaguaretés que caminan hoy por la selva misionera, un ecosistema que abarca Misiones así como el sur de Brasil, y lo preocupante es que esta provincia es la que más ejemplares tiene en el país.
Si bien había escalado la población de este felino desde 2005, el último relevamiento hecho allí el año pasado por el Proyecto Yaguareté (Instituto de Biología Subtropical–Conicet) y el Proyecto Onças do Iguaçu (Icmbio–Brasil), muestra una caída ligera, pero alarmante.
Originalmente, la presencia del yaguareté se extendía hasta la Patagonia.
Varios sitios en la Argentina llevan el nombre de “tigre” por este animal, ya que comúnmente lo llamaban así.
Hoy solo hay registros de este felino en el Gran Chaco, las yungas y la selva misionera.
Desde hace varios años, en Misiones tanto científicos como organizaciones y el propio gobierno provincial hicieron esfuerzos para hacer crecer el número de ejemplares en la zona.
Hasta ahora, esto se había logrado de manera fructífera, aunque nunca exponencial.
Entre 1990 y 1995, dentro de la selva misionera y el Parque Nacional do Iguaçu en Brasil se estimaba que vivían hasta 800 yaguaretés.
Pero la población de estos felinos cayó de manera trágica.
En tan solo diez años, en la misma zona se registraron 40.
A partir de 2010, se empezaron a monitorear para tener un control estricto de este animal, que además fue declarado Monumento Nacional y cuya caza está prohibida.
El conteo se realiza a partir del análisis de imágenes tomadas por cámaras trampa.
Se trata de dispositivos que se colocan en los árboles dentro de los bosques y se activan con un sensor que capta temperatura y movimiento: cuando un animal de sangre caliente pasa por delante, toma una fotografía o filma un video.
En el informe del Proyecto Yaguareté y el Proyecto Onças do Iguaçu, que se publica hoy con datos de 2024 y contó con el apoyo de la Fundación Vida Silvestre Argentina, WWF-Brasil y otras organizaciones, se calculó que en promedio viven 84 yaguaretés.
Este valor es parecido a los que se registraron en 2014, pero menor a los 93 estimados en 2022, el relevamiento inmediatamente anterior.
“Aunque esta diferencia no es estadísticamente significativa, es un dato al que le debemos prestar atención para evitar una caída poblacional más importante.
Las instituciones que trabajamos en Misiones y áreas cercanas de Brasil hemos logrado una recuperación muy relevante de esta población de yaguareté en el pasado.
Si unimos esfuerzos, podemos volver a hacerlo”, señaló Agustín Paviolo, investigador del Conicet y líder del Proyecto Yaguareté.
Esto es importante porque se trata de una especie en peligro crítico de extinción.
Los autores del reporte atribuyen la caída especialmente al cambio de uso de suelo en la zona. Esto significa transformar la selva en campos productivos, o poblados, o ciudades de concreto.
El yaguareté es el felino más grande del continente americano y se posiciona en la cima de la cadena alimenticia.
Aunque no lo parezca, esta situación los vuelve particularmente vulnerables a la fragmentación de los bosques, en especial por dos razones
Yaguareté en Misiones durante el día registrado en 2024 Fundación Vida Silvestre
La primera es que este gran animal camina y mucho.
Según datos oficiales, cada día recorre entre 10 y 15 kilómetros.
Pero conforme la selva se recorta, el yaguareté deja de tener a donde ir, se queda encerrado en esos manchones verdes que cada vez se hacen más pequeños.
La segunda razón es que cuanto menos bosque, menos comida tiene a disposición.
“El yaguareté es un indicador de la salud del ambiente, esta disminución refleja una presión creciente sobre nuestros ecosistemas.
Es clave que las autoridades y la sociedad en su conjunto redoblen su compromiso con su conservación”, advirtió Lucía Lazzari, coordinadora del programa Bosques de la Fundación Vida Silvestre Argentina.
El yaguareté suele elegir como presa a mamíferos o reptiles medianos, que a la vez comen animales más chicos o plantas. Si estas plantas desaparecen, los animales medianos también y, así, el yaguareté se queda con pocas opciones de alimento.
Estas dos razones propician también que empiece a haber más contacto de los “tigres” con los humanos, lo que usualmente termina en conflicto.

Yaguareté caminando por el bosque misionero captado por una cámara trampa Fundación Vida Silvestre.
La cacería es uno de los resultados de esos encuentros.
A veces, los pobladores se los encuentran y por miedo o por venganza los carnean.
En algunos casos, los cazadores afirman que el yaguareté amenazaba con comerse a una persona o a su ganado; sin embargo, según expertos, esto es poco probable.
“Reforzar el trabajo integral sobre las áreas naturales protegidas de Misiones, con foco en la cacería y los conflictos entre yaguaretés y animales domésticos, resulta hoy esencial para evitar que esta situación se agrave. Los parques provinciales necesitan mayor financiación y más atención por parte de las autoridades”, añadió Lazzari.
Si lo comparamos con lo que pasaba a principios de siglo pasado, la cacería no es una práctica que se dé mucho en Misiones.
Son varias las medidas que tomaron para reducirla.
Entre ellas, siguen hoy vigentes penas por la caza de este felino, pero también se desplegaron estrategias que incluyen a la educación ambiental o los cercos electrificados.
Un problema regional
El yaguareté es un animal que se extiende por casi todo el continente americano.
Desde México hasta la Argentina, estos felinos recorren kilómetros y kilómetros de selva durante toda su vida.
Como se mencionó antes, la fragmentación de esos bosques limita su desplazamiento y, desde hace unos años, gobiernos y científicos de toda América Latina proponen la creación de corredores biológicos: parques nacionales o áreas protegidas que se interconecten entre países, para así darle a esta como a otras especies una especie de Panamericana natural.
“Para entender su definición imaginemos a la naturaleza como un gran rompecabezas, y los corredores biológicos son las piezas que lo conectan.
Sin esas conexiones, los ambientes quedan fragmentados, entre parches.
Para animales como el yaguareté, que necesitan grandes extensiones para sobrevivir, esta conectividad es una necesidad para evitar su extinción”, detalló Lazzari.
A pesar de que algunos países adoptaron medidas, como Colombia o Costa Rica, gran parte de los países latinoamericanos tienen una débil política conservacionista y la pérdida de vegetación nativa crece sin freno en casi toda la región.
Esto reduce la posibilidad del yaguareté de recuperar su población original en todos los países en donde está.
“La naturaleza no conoce de fronteras, y por eso desde la Fundación Vida Silvestre promovemos la conectividad ecológica transfronteriza junto a Brasil y Paraguay para el caso del bosque atlántico, y con Bolivia y Paraguay para el Gran Chaco.
Nuestro trabajo forma parte de la Estrategia Regional para la Conservación del Jaguar, que busca mantener paisajes conectados, fortalecer las áreas protegidas y apoyar a las comunidades locales en la restauración del hábitat.
Conservar al yaguareté, el felino más grande de América, requiere una mirada regional y un compromiso compartido y en colaboración con organizaciones, gobiernos y la sociedad”, añadió la experta.
Por Matías Avramow
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