La destruccion del planeta."Si todos nos volviéramos veganos mañana, no se detendría la catástrofe planetaria": Philipp Blom

Juan Carlos Pérez Salazar - HayFestivalQueretaro@BBCMundo

i15 de septiembre de 2021 8:09 a. m.

Philipp Blom

Philipp Blom no le tiene miedo a las grandes ideas. Al contrario, se crece

ante ellas.

Así lo demuestran los temas de los libros que ha publicado: sobre la Ilustración

("Encyclopédie, el triunfo de la razón en tiempos irracionales" y "Gente peligrosa

. El radicalismo olvidado de la Ilustración europea").

Sobre los embriagadores y excitantes años previos a la Primera Guerra Mundial

en Europa y cómo cambiaron a Occidente ("Los años del vértigo"); o la llamada

Pequeña Edad de Hielo, que en el siglo XVII también afectó profundamente el

planeta, en "El motín de la naturaleza".

En su último libro, "Lo que está en juego" —que fue presentado en el Hay

Festival de Querétaro, celebrado entre el 1 y 5 de este mes—, se enfrenta quizás

a la idea más grande y aterradora de todas: la posibilidad de que la humanidad desaparezca.

Y lo hace con el bagaje y la mirada que le han dado décadas de escudriñar

momentos de cambios históricos de las sociedades, sobre todo la occidental.

¿Alguien duda de que estamos en medio de uno de ellos? La conversación, en

inglés, se llevó a cabo entre Londresy Viena.

 

 

 

 

 

Libro

La mayoría de sus trabajos previos son sobre historia. "Los años del vértigo

", sobre lo que fue la embriagante década y media previa a la Primera Guerra

Mundial en lugares como Viena; "El motín de la naturaleza", sobre la

Pequeña Edad de Hielo que transformó a Europa y al mundo en el siglo XIX.

Su nuevo libro, "Lo que está en juego", es más sobre el futuro. Yo lo veo

como una advertencia moral sobre lo que puede ocurrir. ¿Qué lo empujó a

escribirlo?

Shock. Puro shock de ver cómo está el mundo, de ver los datos científicos. Y ver lo

ciego que yo mismo he sido a todo eso por largo tiempo.

Es una realidad chocante que mucha gente todavía no quiere enfrentar. Ahora

mismo estoy trabajando en un libro que se llama "Subyugando la Tierra: el

ascenso y caída de una idea". 

Estamos en un momento en que esa idea de controlar la Tierra se está haciendo

pedazos, porque la propia naturaleza no lo está permitiendo. Y no tenemos otra

narrativa que la reemplace, no tenemos un plan B.

Tampoco un planeta B, como usted bien lo dice en el epígrafe de su último

libro.

Exacto. Y ahí es donde posiblemente se puede encontrar la conexión entre este

libro y el resto de mi obra, porque en realidad no es un cambio tan radical. Como

historiador, aprendes a ver estructuras.

No es muy interesante ver qué rey fue derrocado o qué general ganó tal batalla.

Lo que me interesa es ver por qué la gente actuó de tal manera, cuáles eran sus

valores, cómo era la economía. Cómo eran las estructuras. 

Y ese es un talento que puedo usar para analizar tanto lo que ocurrió hace 500

años como lo que está pasando hoy.

Lo otro es que siempre me han interesado los momentos de grandes cambios,

cuando algo se rompe y algo distinto lo reemplaza, como en la Pequeña Edad

de Hielo o 1900. Y estamos viviendo un momento similar. 

Vivimos un momento en que un gran orden se rompe y empezamos a ver las

líneas generales de uno nuevo.

Y es algo crucial porque cuando una narrativa se desmorona, se presenta un

vacío. Y toda suerte de historias tratan de llenar ese vacío, de tomar una posición

dominante. Hitler y Stalin, por ejemplo, tenían muy buenas historias para contar. La gente los quería en el poder.

Hoy también tenemos gente con buenas historias, que emocionan y tienen

consecuencias terribles. 

Piense en el islam radical. Piense en la despiadada despreocupación por la

catástrofe planetaria porque alguna gente dice que ya vendrá una solución

tecnológica.

O gente a la que considero profundamente ingenua, como Steven Pinker,

que dice que todos somos seres racionales...

Y que de hecho vivimos en un mundo que es cada vez mejor.

Sí, que todo está constantemente mejorando. Y todas las cifras que proporciona

son reales: hay menos violencia, hay más niñas en las escuelas, la expectativa

de vida es mayor, bla, bla, bla.

Pero todo eso se ha conseguido al precio de minar los fundamente de lo que

necesitamos para sobrevivir, es decir la naturaleza, el sistema del cual

dependemos para sobrevivir.

Blom cree que las teorías de Steven Pinker son ingenuas.

Usted ya respondió a una de las preguntas quepensaba hacerle, si

estábamos entrando a una nueva era. Usted sabe que la peste negra

marcó el fin del feudalismo, el inicio del capitalismo y posteriormente de la

Edad Moderna. La Pequeña Edad de Hielo, como usted muy bien lo

demuestra, generó un gran cambio en la economía y la sociedad europea y

mundial.

Y creo lo que ocurre ahora es completamente distinto y más grande de lo que

ha ocurrido en cualquier otra época de la humanidad...

Guau.

Es más grande que la revolución de Copernico, por la simple razón de que

estamos al final de tres mil años de una historia cultural que ha dicho que

estamos por encima y fuera de la naturaleza, que no formamos parte de ella.

Que la naturaleza es una especie de bodega de materias primas para usar

como queramos. No tiene voz, no tiene intereses y sus recursos son infinitos.

Esa es la idea que nos ha formateado por tres mil años, fue lo que crecimos

creyendo.

Nosotros seguimos viviendo en un mundo que es intensamente teológico. 

Yo he trabajado bastante sobre la Ilustración, en especial en su parte radical

materialista, que es la que ha sido olvidada, omitida en la historia.

Porque tenemos la Ilustración de Voltaire, Kant, Descartes, etc., los deístas..

Pero los radicales fueron dejados a un lado. 

¿Por qué? Porque el siglo XIX los necesitaba como sus padres fundadores,

no a los radicales.

Y lo que esta Ilustración canónica hizo fue tomar ideas teológicas cristianas y

reempaquetarlas. 

La razón ilustrada es muy parecida al alma cristiana. Es la parte noble e

inmaterial en ti, que para liberarla debes suprimir tus instintos, tu cuerpo, tus

deseos.

La historia del progreso es una historia muy cristiana.

Claro, la idea de que hay un progreso hacia algo mejor, con el cielo

esperando al final...

El arco de la historia, la idea de universalidad... El libre albedrío es otra idea

intensamente cristiana, porque sin él no hay pecado, y sin pecado no hay

perdón ni cristianismo.

Y la idea de dominar la naturaleza se convierte en dominar la naturaleza por

medios tecnológicos y científicos.

Estas ideas fundamentales nunca fueron cuestionadas por la Ilustración, solo se

les dio otra etiqueta. 

Y eso se apoderó del pensamiento económico del siglo XX, que nos describía

como individuos racionales en libre competición los unos con los otros. Eso es

teología, no ciencia.

Pero ahora esa ficción teológica se está agrietando. Y lo interesante es que al

mismo tiempo hay nuevas maneras científicas de mirar el mundo como una red

interconectada y que nos describe a los seres humanos de una manera

completamente diferente.

Toma al individuo racional, libre y soberano y en su lugar dice que somos la

simbiosis de millones de especies, de miles de millones de células —tenemos

más ADN no humano en nosotros que ADN humano— y que todos esos

organismos se comunican, toman decisiones y deciden no sólo como

digerimos algo sino cuán inteligentes somos, que alergias tenemos, cuál es

nuestro estado de ánimo.

Algo que encuentro fascinante es cómo todo esto encuentra un espejo y se corresponde con la teoría cuántica.

Sí, es verdad. Le corresponde exactamente. 

Solo recientemente hemos tenido los instrumentos para medir ciertas cosas y,

por ejemplo, saber con certeza que los bosques no solo son árboles sino un

que se comunica, intercambia información y que sólo puede entenderse como

una red interconectada.

Vivimos en un momento en que la nueva mirada científica sobre la naturaleza

está cambiando por completo ese paradigma de tres mil años


En sus libros, Philipp Blom aborda grandes ideas y períodos de cambios profundos.

¿Pero cree queestá llegando a tiempo para evitar una catástrofe climática?

No, no lo creo. Pero sé que mi conocimiento es limitado y espero estar

equivocado. 

Creo que estamos en un viaje intelectual fascinante pero... Mira, incluso si en

Occidente todos nos volviéramos veganos mañana, eso no detendría la

catástrofe planetaria.

Este verano fue realmente histórico porque por primera vez trajo consecuencias

visibles e innegables de la catástrofe climática al corazón mismo de las

sociedades ricas: las inundaciones en Alemania, los vastos incendios en el

Mediterráneo Sur y California, las inundaciones en Nueva York.

Estos son daños muy costosos, entonces no es algo teórico, pero tampoco le

está pasando a gente lejana e invisible. 

Las personas no cambian de opinión por argumentos inteligentes, lo hacen por

este tipo de experiencias.

Cuando haya suficientes experiencias que no quepan en esa narrativa de

que somos dueños del universo y podemos hacer lo que queramos con la

naturaleza, eso hará que se desvalore y que quizás estemos abiertos a otro

tipo de narrativas.

El libro fue escrito antes de la pandemia, una pandemia que no sólo está

cuestionando el neoliberalismo, sino el capitalismo mismo. Ahora se

discuten abiertamente propuestas como la renta básica universal; no solo

fortalecer el sistema de salud sino de volver al estado de bienestar. ¿Cree

que tanto la pandemia como la crisis financiera de 2008 han cambiado

algo profundo en nuestras sociedades?

Yo he hablado sobre esto en público cientos de veces. He hablado de ello con

gente en el poder, jefes de industrias —algunos de ellos bastante tontos—

pero algunos también inteligentes, y siempre me decían: sí, lo que pasa con

el clima es terrible pero no podemos hacer nada, no podemos interferir con los

mercados. 

Y entonces ocurre la pandemia y en menos de dos días hicieron eso:

interfirieron en los mercados e intervinieron estatalmente. Eso significa que las

sociedades realmente tienen la posibilidad de tomar decisiones políticas sobre

lo que crean que es necesario cambiar.  

Hasta ahora habíamos vivido mentalmente en una especie de túnel de concreto

que solo nos llevaba en una dirección. ahora descubrimos que ese túnel tiene

salidas

Pero, por supuesto, incluso si esas alternativas existen, hay enormes intereses

en contra. Lo que Zygmunt Bauman llamaba "el divorcio entre política y poder"

: muy pocos Estados tienen la posibilidad real de decidir sobre estas cosas

porque no controlan el valor de su propia moneda y porque el capital es más

móvil que las mismas personas. Entonces, su rango de acción es muy

limitado.

Pero la pandemia nos mostró que si existe la voluntad política de hacer cambios

radicales, se pueden hacer.

Lo otro es cambiar instintos profundos, erróneos, pero que han sido respaldados

por tres mil años de historia.

Como le he dicho, no soy un optimista, pero he aprendido a decir algunas cosas

optimistas: cuando usted y yo crecimos no había gente gay. Nadie hablaba

sobre ellos, nadie se atrevía a vivir abiertamente como homosexual y si hablabas

sobre eso, especialmente a hombres, era algo que justificaba violencia

inmediata.

Era algo terrible y repugnante.

Si hubieras dicho hace 40 años que relativamente pronto las parejas gay

podrían casarse o tener hijos y vivir de manera abierta, hubiera parecido

completamente imposible. Pero ocurrió.

Entonces, esos instintos profundos pueden cambiarse. Es algo muy importante

a tener en cuenta: lo que parece imposible hoy, puede ser posible mañana.

Eso es alentador.

Eso puede verse también en el caso de las mujeres. Su papel en muchas

sociedades cambió por completo en menos de 100 años.

Exacto. Los cambios que hemos visto han sido vastos. Creo que en el libro

menciono las tres motivaciones básicas que tenemos en la vida: sexo, miedo y

reconocimiento. 

Sobre los primeros dos, eros y tánatos, no podemos hacer mucho.

En el tercero tenemos que pensar cómo se construye el reconocimiento social,

el cual necesitamos desesperadamente. Durante mucho tiempo fue construido

en la manera medieval: cumplir tu rol. Habías nacido como agricultor y tenías

que ser un buen agricultor. Si nacías como zapatero...

... tus hijos y sus hijos también lo serían.

Pero su ambición no era abrir tiendas de zapatos en otros lugares, sino cumplir

con su rol. 

Entonces vino la revolución industrial que dinamizó y democratizó nuestras

sociedades, pero también desetabilizó nuestros patrones de identidad. Y lo que

lo reemplazó fue consumo. 

Podemos señalar nuestra identidad a través de las marcas que usamos. Pero

es una identidad muy inestable porque necesitamos estar comprando cosas

de manera constante, porque no es suficientemente bueno tener el diseño de

hace dos años.

Blom cree que el cambio de actitud hacia la gente gay en las últimas décadas es una muestra de que las actitudes más profundas pueden cambiar.

Entonces el tema es cómo construimos el reconocimiento social. Por ejemplo,

ahora que mencionabas la renta básica, ¿cómo sirve para construir ese

reconocimiento? En estos momentos, la base de nuestra codiciosa identidad

es la precariedad económica. Constantemente necesitamos mostrar que

podemos permitirnos esto y aquello.

Si le damos a las personas más seguridad existencial, más tiempo para pensar

acerca de para qué vale la pena realmente vivir, si liberamos a la gente de hacer

bullshit jobs (trabajos de mierda)... Porque vemos que las sociedades siguen

manteniendo su productividad pero con menos trabajo humano involucrado

(por la automatización).

Eso no significa que la gente desaparece, sino que el trabajo desaparece.

Necesitamos hacer algo por esas personas.

De hecho está ocurriendo, al menos acá en Reino Unido y en Estados

Unidos: mucha gente no quiere regresar a sus viejos trabajos de m... Y

están teniendo que contratar presos o menores de edad.

De nuevo: estamos viendo que una alternativa es posible. Algo que era

imposible antes. El molde se ha roto. Y es algo profundamente importante.

En la actualidad la gente consume antidepresivos como si fueran dulces, los

jovencitos se autolesionan porque quieren sentir algo real, los más ancianos

viven en medio de la soledad... ¿Es de verdad esta la mejor sociedad que

podemos crear?

Entre los grandes temas que su libro enfrenta está el de la democracia.

Hace poco publicamos una entrevista con Anne Applebaum sobre la

fragilidad de la democracia actual. En su libro usted explica que somos

cada vez menos gente cree en la "ficción" de la democracia y compara lo

que ocurre ahora con lo que pasó después de 1918, con el advenimiento

del fascismo y el comunismo, cuando la democracia era solo una opción

más. ¿Puede ser que ya hayamos visto el momento de mayor auge de la

democracia liberal?

Sí, lo creo. Durante la Guerra Fría, los países que tenían democracias liberales

tuvimos la coincidencia feliz de tener la razón. Indudablemente con más riqueza

y libertades. Entonces no era difícil debatir sobre sus méritos.

Pero ahora China ha sacado de la pobreza a cientos de millones de personas.

Una dictadura parece como una manera eficiente de tratar con algunos de los

problemas de nuestras sociedades, como el crimen.

Entonces, de repente la democracia liberal se presenta como una elección

ideológica. Ya no es, automáticamente, el mejor sistema. Lo otro es que nos

convertimos en sociedades sin futuro. No tenemos, realísticamente, la esperanza

de pensar que dentro de 50 años seremos buenos países.

Eso es una tragedia porque corrompe a las democracias desde adentro. Si las

sociedades no comparten un proyecto se desencantan y la democracia pierde

credibilidad, vemos como la participación política decrece. 

Y al mismo tiempo aumenta la desconfianza hacia las instituciones, hacia la

ciencia.

 

 

Además de historiador, Blom es periodista y novelista.

Leyendo su libro pensaba, bueno, esto está ocurriendo ya en América

Latina, en países como Colombia y México, q
ue son los que más conozco, donde -se puede argumentar- la justicia, las

leyes y el sistema económico en realidad protegen al 1%

He estado varios veces en Colombia, dando clases. Es un país que siento

cercano y que me ha abierto los ojos ante varias realidades. También he estado

en México, pero esa es la extensión de mi conocimiento de la región.

Pero tengo la sensación de que los países ricos dirían: este es el pasado.

Porque en el siglo XIX en Europa los ricos tenían muchos más control y los

pobres carecían de derechos.

Y creo que es lo que puede pasar en Europa en el futuro: sociedades donde las

instituciones estén secuestradas por los intereses de los poderosos. Donde la

democracia se convierte como en un teatro. Elecciones cada tanto, policía,

tribunales, pero sabes que funcionan para los ricos.

Es lo que pasó en Polonia, pero con consentimiento democrático: los medios y

los tribunales no son libres, todo está ideologizado.

Para finalizar de una manera un poco esperanzadora, ¿cuáles son sus

propuestas para un cambio?

Como le dije, soy un pesimista, pero puedo estar equivocado.

Al final de su libro usted trae esta fantástica cita de Antonio Gramsci:

"Pesimismo de la razón, optimismo de la voluntad".

Creo que eso es lo que debemos hacer. Como me dijo hace poco un amigo acá

en Viena: "Ya es un poco tarde para ser pesimistas". 

Solo podemos hacer lo que está a nuestro alcance y de acuerdo con el

conocimiento que tenemos en el momento.

Es claro lo que tenemos que hacer: devolverle el futuro a las sociedades,

empujar juntos un proyecto de cambio radical. Y eso significa, a nivel individual,

todas esas pequeñas elecciones de no volar tanto, no consumir tanto, etcétera

Pero es un truco del capitalismo convertirlo en un problema individual, como f

umar o consumir azúcar.

Necesitamos soluciones más sistémicas, como el impuesto al carbono.

Puede que Occidente no sea capaz de detener la catástrofe climática, pero si

ponemos gratis —sin patente— en internet las tecnologías para producción

energética sostenible, entonces un país como la India las podría aprovechar.

Si introducimos impuestos de importación, por ejemplo en la Unión Europea,

que apoyen los productos producidos de manera sostenible, entonces vamos a

crear un muy buen incentivo internacional para cambiar los modos de

producción.

Y el cambio más importante y excitante: cambiar quiénes creemos que somos,

cómo habitamos este mundo. Cambiar la lógica de dominación y explotación en

una lógica de cooperación.

Este es un proyecto político, filosófico y social que puede producir cambios.

Probablemente es muy tarde, pero eso no nos absuelve de tratar tan fuerte

como podamos, porque si hemos entendido algo acerca de los procesos

naturales es cuán poco y fragmentariamente entendemos.

Puede ser que la naturaleza tenga mucha más energía regenerativa de la que

creemos y entendemos, pero necesitamos darle una oportunidad.

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