¿ Cómo eran las relaciones sexuales de los neandertales ?
Los investigadores sostienen que existe evidencia de un “fuerte flujo de genes” entre los neandertales y los primeros humanos
Por Zaria Gorvett ,
BBC Future
6 abril 2021
El sexo entre los humanos modernos primitivos y los neandertales no era un evento raro.
Sus ojos se encontraron a través
del accidentado paisaje montañoso de la Rumania prehistórica. Era un neandertal y estaba casi al desnudo. Tenía
buena postura y piel pálida, quizás ligeramente enrojecida por las quemaduras
solares. Alrededor de uno de sus gruesos y musculosos bíceps llevaba un
brazalete de garras de águila.
Ella era una humana modernaprimitiva, vestida con un abrigo de piel
de animal con un ribete de piel de lobo. Tenía la piel oscura, piernas
largas y su cabello estaba recogido en trenzas. Él se aclaró la
garganta, la miró de arriba abajo y, con una voz nasal absurdamente aguda, hizo
su mejor presentación. Ella le devolvió la mirada sin comprender. Por suerte
para él, no hablaban el mismo idioma. Se rieron incómodamente y, bueno, todos
podemos adivinar lo que pasó después.
Por supuesto, eso podría haber
sido mucho menos parecido a una escena de una apasionante novela romántica.
Quizás la mujer era en realidad neandertal y el hombre pertenecía a nuestra
propia especie. Tal vez su relación era de tipo informal
y pragmática, porque simplemente no había mucha gente alrededor en
ese momento. Incluso se ha sugerido, también, que tales conexiones no fueron
consensuadas.
Si bien nunca sabremos qué
sucedió realmente en este encuentro, o en otros similares, de lo que podemos
estar seguros es que se dio la unión de esa pareja. Aproximadamente entre 37.000 y 42.000 años después, en febrero de
2002, dos exploradores hicieron un descubrimiento
extraordinario en un sistema de cuevas subterráneas en las
montañas del suroeste de los Cárpatos, cerca de la ciudad rumana de Anina.
Dentro de la Peştera cu Oase, o
“Cueva con huesos”, encontraron miles de huesos de mamíferos. Entre ellos había
una mandíbula humana, cuya datación por radiocarbono reveló que era de uno de los humanos modernos primitivos más antiguos conocidos en
Europa. Se cree que los restos permanecieron intactos desde
entonces. En ese momento, los científicos notaron que, si bien la mandíbula era
inconfundiblemente moderna en su apariencia, también contenía algunas características inusuales similares a las de los
neandertales.
Hace 100.000 años convivieron diferentes grupos de humanosNational Geographic
Años más tarde, esta corazonada se
confirmó. Los científicos descubrieron que
el individuo era un hombre y que probablemente era un 6-9%
de neandertal. Esta es la concentración más alta jamás encontrada en
un ser humano moderno primitivo, y alrededor de tres veces la cantidad
encontrada en los europeos y asiáticos actuales,
cuya composición genética es aproximadamente del 1-3% neandertal.
Debido a que el genoma contenía
grandes extensiones de secuencias neandertales ininterrumpidas, los expertos
calcularon que es probable que el dueño de la mandíbula haya tenido un ancestro
neandertal tan solo cuatro o seis generaciones antes.
Determinaron que el enlace probablemente ocurrió menos de 200 años antes de la
época en que vivió.
Además de la mandíbula, el equipo
encontró fragmentos de cráneo de otro individuo en Peştera cu Oase, que poseía
una mezcla similar de características. Los científicos aún no pudieron
extraer ADN de estos restos, pero al igual que la mandíbula, se
cree que pueden haber pertenecido a alguien que tenía ascendencia neandertal
cercana.
Desde entonces, se fue acumulando
la evidencia de que el sexo entre los humanos modernos
primitivos y los neandertales no era un evento raro. Escondidos
en los genomas de las poblaciones actuales, hay indicios reveladores de que
sucedió en muchas ocasiones distintas y en una amplia zona geográfica. De
hecho, el ADN neandertal se puede encontrar en todas las personas que
viven hoy en día, incluidas las de ascendencia africana, cuyos
antepasados no se cree que hayan entrado en contacto directamente con este
grupo.
Y la transferencia también ocurrió al revés. En 2016, los
científicos descubrieron que los neandertales de las montañas de Altai en
Siberia pueden haber compartido del 1 al 7% de su genética con los antepasados
de los humanos modernos, que vivieron hace
aproximadamente 100.000 años.
Los neandertales tenían rasgos faciales distintivos, pero se han encontrado algunos cráneos con una mezcla de rasgos-Diario Médico-
Los besos
En 2017, Laura Weyrich, antropóloga de la Universidad Estatal de
Pensilvania, descubrió la marca fantasmal de un parásito microscópico de 48.000
años aferrado a un diente prehistórico. “Veo a los microbios antiguos
como una forma de aprender más sobre el pasado, y el sarro es realmente la
única forma confiable de reconstruir los microorganismos que vivían dentro de
los humanos antiguos”, aseguró Weyrich.
Estaba particularmente interesada
en lo que comían los neandertales y cómo
interactuaban con su entorno. Para averiguarlo, secuenció el ADN de la placa
dental en dientes hallados en tres cuevas diferentes. Dos de las muestras se
tomaron de 13 neandertales encontrados en El Sidrón, en el noroeste de España.
Para sorpresa de Weyrich, uno de los dientes contenía la firma genética de un
microorganismo parecido a una bacteria, Methanobrevibacter oralis,
que todavía se encuentra en nuestra boca hoy en día.
“Para mí, lo que es fascinante es
que este es también uno de los primeros períodos en los que describimos el
mestizaje entre humanos y neandertales”, dice Weyrich. “Así que es maravilloso
ver una especie de microbio envuelto en esa interacción”. Weyrich explicó que una posible ruta para la transferencia son los besos:
“Cuando besás a alguien, los microbios orales van y vienen entre las bocas”.
“Pudo haber sucedido una vez, pero luego de alguna
manera se propagó mágicamente, si el grupo de personas infectadas tuvo éxito.
Pero también podría ser algo que ocurriera con más regularidad”. Otra forma de transferir sus microbios orales es compartiendo
alimentos. Y aunque no hay evidencia directa de que un
neandertal esté preparando una comida para un humano moderno primitivo, una comida romántica podría haber sido una
fuente alternativa de M. oralis.
Para Weyrich, el descubrimiento
es emocionante porque sugiere que nuestras interacciones con otros tipos de
humanos hace mucho tiempo dieron forma a las comunidades
de microorganismos que tenemos hoy.
Neandertales
masculinos o femeninos
Es imposible decir con certeza si
fueron en su mayoría mujeres neandertales las que se acostaron con los hombres
humanos modernos primitivos, o al revés, pero hay algunas pistas. En 2008,
los arqueólogos descubrieron un hueso de un dedo roto y un solo diente molar en
la cueva Denisova, en las montañas de Altai en Rusia, a partir de la cual se
reveló una nueva subespecie de humanos.
Durante años, los “denisovanos”
se conocían solo por el puñado de muestras desenterradas en este sitio, junto
con su ADN, del cual los científicos descubrieron que su legado continúa hasta
el día de hoy en los genomas de personas de ascendencia melanesia y de Asia
oriental.
Los denisovanos estaban mucho más relacionados con los neandertales que los humanos actuales; las dos subespecies pueden haber tenido rangos que se superpusieron en Asia durante cientos de miles de años. Esto se hizo particularmente evidente en 2018, con el descubrimiento de un fragmento de hueso que pertenecía a una niña, apodada Denny, que tenía una madre neandertal y un padre denisovano.
Los denisovanos tienen rasgos comunes con los humanos modernos y los neandertales-MAAYAN HARELEn consecuencia, tendría sentido
si los cromosomas sexuales masculinos de los neandertales fueran similares a
los de los denisovanos. Pero cuando los científicos secuenciaron el ADN de tres
neandertales, que vivieron hace 38.000 a 53.000 años, se sorprendieron al
descubrir que sus cromosomas Y tenían más en común con los
de los humanos actuales.
Los investigadores dicen que
esto es
evidencia de un “fuerte
flujo de genes” entre los neandertales y los primeros humanos
modernos: se cruzaban mucho. Otra investigación ha demostrado que
casi exactamente el mismo destino tuvieron las mitocondrias neandertales: la
maquinaria celular que ayuda a convertir los azúcares en energía aprovechable.
Estos se transmiten
exclusivamente de madres a hijos, por lo que cuando se encontraron las primeras
mitocondrias humanas modernas en restos de neandertales en 2017, insinuó que
nuestros antepasados también estaban teniendo relaciones
sexuales con neandertales masculinos.
Enfermedades
de transmisión sexual
Hace unos años, Ville Pimenoff estaba estudiando la infección de
transmisión sexual por el virus del papiloma humano (VPH) cuando notó algo
extraño. Existe una clara división a nivel mundial entre dónde se encuentran
ciertas variantes de este virus. En la mayor parte del planeta, lo más probable
es que encuentre el tipo A, mientras que en el África
subsahariana la mayoría de las personas están infectadas con
los tipos B y C.
Curiosamente, el patrón coincide exactamente con la distribución del ADN neandertal en
todo el mundo, pues las personas en África subsahariana no solo portan cepas
inusuales del VPH, sino que tienen relativamente poco material genético
neandertal.
Para averiguar qué estaba
pasando, Pimenoff utilizó la diversidad genética entre el tipo A actual para
determinar que surgió por primera vez hace 60.000-120.000 años aproximadamente.
Esto lo hace mucho más anterior que los otros tipos de VPH-16 y, lo que es más
importante, ocurre en la época en que los primeros humanos modernos emergieron de África y entraron en contacto con los neandertales.
Aunque es difícil de probar
definitivamente, Pimenoff cree que inmediatamente comenzaron a intercambiar
enfermedades de transmisión sexual, y que la división en las
variantes del VPH-16 refleja el hecho de que adquirimos el tipo A de sus
antecesores. “Lo probé miles de veces usando técnicas
computacionales, y el resultado siempre fue el mismo: que este es el escenario
más plausible”, explicó Pimenoff.
Curiosamente, Pimenoff también
cree que la adquisición del tipo A de los
neandertales explica por qué es tan canceroso en
los seres humanos: debido a que lo encontramos por primera vez hace
relativamente poco, nuestro sistema inmunológico aún no ha evolucionado para
poder eliminar la infección. De hecho, el sexo con neandertales podría habernos dejado otros virus, incluido un antiguo
pariente del VIH. Pero no hay necesidad de sentirse resentido con nuestros
parientes, porque también hay evidencia de que les
contagiamos ETS, incluido el herpes.
Tanto hombres como mujeres neandertales se cruzaron con nuestra propia especie, según registros genéticos. LAMBERT/ULLSTEIN BILD
Los órganos
sexuales
Aunque pueda parecer burdo
preguntarse cómo eran los penes y las vaginas de los neandertales, los
genitales de diferentes organismos han sido objeto de un vasto cuerpo de
investigación científica. Resulta que los órganos sexuales de un animal pueden revelar una cantidad sorprendente de información
sobre su estilo de vida, estrategias de apareamiento e
historia evolutiva, por lo que hacer preguntas sobre ellos es solo otra ruta
para comprenderlos.
El reino animal contiene una
variedad caleidoscópica de diseños. Estos incluyen el pulpo argonauta y su pene
desmontable con forma de gusano, que puede nadar solo para aparearse con las
hembras, o las vaginas triples de canguros, que hacen posible que las hembras
estén embarazadas perpetuamente. Una de las formas en las que
los penes humanos son inusuales es que son lisos.
Nuestros parientes vivos más
cercanos, los chimpancés comunes y los bonobos, con quienes compartimos
alrededor del 99% de nuestro ADN, tienen “espinas del pene”. Se cree que estas pequeñas púas, que están hechas de la misma
sustancia que la piel y el cabello (queratina), evolucionaron
para eliminar los espermatozoides de los machos competidores o para irritar
ligeramente la vagina de la hembra y hacer que deje de tener relaciones
sexuales por un tiempo.
En 2013, los científicos
descubrieron que el código genético de las espinas del pene no existe en los
genomas neandertal y denisovano, al igual que en los humanos modernos, lo que
sugiere que desapareció de nuestros antepasados comunes
hace al menos 800.000 años. Esto es significativo, porque se
cree que las espinas del pene son más útiles en especies promiscuas, donde
pueden ayudar a los machos a competir con otros y maximizar las posibilidades
de reproducción.
Esto llevó a la especulación de
que, como nosotros, los neandertales y los
denisovanos eran en su mayoría monógamos.
Más
promiscuos
Sin embargo, hay alguna evidencia que sugiere que los neandertales tenían más
sexo que los humanos modernos. Los estudios en fetos han
demostrado que la presencia de andrógenos como la testosterona en el útero
puede afectar la “proporción de los dígitos” de una persona en la edad adulta,
una medida de cómo se comparan las longitudes de los dedos índice y anular,
calculada dividiendo el primero por el segundo.
En un entorno con niveles altos
de testosterona, las personas tienden a terminar con proporciones más bajas. Esto es así independientemente del sexo biológico. Desde
este descubrimiento, se han encontrado vínculos entre la
proporción de dígitos y el atractivo facial, la orientación
sexual, la asunción de riesgos, el rendimiento académico, cuán empáticas son
las mujeres, cuán dominantes parecen los hombres e incluso
el tamaño de sus testículos, aunque algunos estudios en esta área son
controvertidos.
En 2010, un equipo de científicos
también notó un patrón entre los parientes más cercanos de los humanos. Resulta
que los chimpancés, gorilas y orangutanes, que generalmente son más promiscuos,
tienen proporciones de dígitos más bajas en promedio,
mientras que un humano moderno primitivo encontrado en una cueva israelí y los
humanos actuales tenían proporciones más altas (0,935 y 0,957,
respectivamente).
Los humanos son ampliamente
monógamos, por lo que los investigadores sugirieron que podría haber un vínculo
entre la proporción de dígitos de una especie y la estrategia sexual. Si tienen
razón, los neandertales, que tenían proporciones entre los dos grupos
(0,928), eran un poco menos monógamos que los humanos modernos y actuales.
En familia
Una vez que una pareja de humanos
neandertales-modernos-primitivos se encontraban, es posible que se
establecieran cerca de donde vivía el hombre, y cada generación seguía el mismo
patrón. La evidencia genética de los neandertales sugiere que los hogares estaban compuestos por hombres, sus parejas e
hijos. Las mujeres parecían abandonar el hogar
familiar cuando encontraban pareja.
Otra idea de su unión para
siempre proviene de un estudio de los genes que dejaron en los islandeses de la
actualidad.
El año pasado, un análisis de los genomas de 27.566 de estos individuos reveló las edades en las que los neandertales tendían a tener hijos: mientras que las mujeres eran generalmente mayores que sus homólogas humanas modernas, los hombres generalmente eran padres jóvenes. Si la pareja del principio de este artículo hubiera tenido un bebé, tal vez, como otros neandertales, la madre lo habría amamantado durante unos nueve meses y destetado por completo alrededor de los 14 meses, que es antes que los humanos en las sociedades modernas no industriales.
La curiosidad sobre estas
interacciones antiguas está revelando nueva información sobre cómo vivían los
neandertales en general y por qué desaparecieron.
Se cree que estas uniones han contribuido a una variedad de rasgos que los
humanos modernos llevamos hoy, desde el tono de piel, el color del cabello y la
altura hasta nuestros patrones de sueño, estado de ánimo y sistema
inmunológico.
Aprender sobre ellos ya está
llevando a posibles tratamientos para enfermedades modernas, como los
medicamentos que se dirigen a un gen neandertal que
se cree que contribuye a los casos graves de covid-19. Ahora se cree que la
extinción de los neandertales hace aproximadamente 40.000 años puede haber sido impulsada en parte por nuestra atracción mutua,
así como por factores como el cambio climático repentino y la endogamia.
Una teoría emergente es que las
enfermedades transmitidas por las dos subespecies, como el VPH y el herpes,
inicialmente formaron una barrera invisible, que impedía expandir su territorio
y potencialmente entrar en contacto. En las pocas áreas en las que se
superpusieron, se cruzaron y los primeros humanos modernos
adquirieron genes de inmunidad útiles que de repente hicieron posible
aventurarse más lejos.
Pero los neandertales no tuvieron
tanta suerte: el modelo sugiere que si tuvieran una mayor carga de
enfermedades, es posible que hayan permanecido vulnerables a estas
nuevas cepas exóticas durante más tiempo, independientemente
del mestizaje, y esto significa que estaban estancados.
Finalmente, según este descubrimiento, los
antepasados de los humanos actuales llegaron a sus territorios y los
aniquilaron. Otra idea es que absorbimos gradualmente su
población relativamente pequeña en la de los primeros humanos modernos. Después
de todo, ya habían adoptado en gran medida nuestros cromosomas Y así como las
mitocondrias, y al menos el 20% de su ADN todavía existe en personas vivas en
la actualidad.
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